Cuando esta criatura probó nuestro néctar por primera vez, sentimos que no era una cualquiera. Tenía curiosidad. Soberbia. Ingería nuestro veneno para sacar partido a sus beneficios, ignorando toda consecuencia. Incluso ahora, intenta resistirse a nosotros. Qué anfitrión tan extraño... ¿Acaso no comprende lo que podemos llegar a conseguir? Juntos, cuerpo y esporas, desataríamos un miedo sin igual.