Llegaron a Nilah en una cacofonía de arbustos y huesos crujiendo, ofreciéndole talentos imposibles a cambio de su lealtad. Gustosa, Nilah recolectó el carmesí oscuro que goteaba de las espinas. Porta ahora esta reliquia divina, destinada a un conocimiento que ha de sobrepasar todo lo que el Aquelarre pudiera ofrecerle.