El sentido de propósito de Yunara la consume, sometiendo su cuerpo y su mente a una presión sin igual. Su amiga Ahri sabía lo único que podría ayudarla a liberar tensiones: el vapor mágico del manantial del florecer espiritual. Aunque Yunara tenía sus reservas, acabó cediendo ante la propuesta, con el objetivo de abrir la mente y meditar sobre el futuro.