Vino a buscarnos de forma voluntaria. Era una visionaria que no temía al veneno, pero que era susceptible a la profecía. Tenía un nombre... Lissandra... Pero no tardó en renunciar a su individualidad. Bebió de nosotros. Florecimos como uno, en perfecta simetría. Hablamos en sueños y este frágil mundo se desintegra. Solo quienes se unan a nuestras raíces prosperarán. Todos deben regresar a la tierra.