Furioso por la incapacidad de Vercentia para derrotar a los Leviatanes, el general Darius desertó y abandonó la ciudad fortaleza con su Avalon. Darius se abrió paso entre bestias salvajes que habitan en las tierras de nadie fuera de las murallas, dejando un rastro de sangre a la vez que reunía un ejército de soldados ferozmente leales. Pero Darius no pretende librar al mundo solamente de los leviatanes, sino también de los tiranos que se sientan presuntuosos en sus tronos.